Cristo, nuestra prioridad

«¿Podemos invitarlo a ser el orador principal en nuestra conferencia nacional de liderazgo de iglesias?», decía la invitación de la renombrada organización. Después de leerla, José respondió: «Por favor, permítanme orar primero». Más tarde, cuando rechazó el ofrecimiento, le dijo a un amigo: «Sabía que Dios me estaba llamando a un trabajo editorial en un proyecto misionero, y ese compromiso me quitaría tiempo y energía. Dije que no para poder hacer lo que Dios quiere que haga».

Dios sabe qué es mejor

Ansiosa por un problema de salud de mi sobrina adolescente, me alivió oír sobre un remedio natural prometedor. Pero mi hermana temía que tuviera efectos secundarios. Quise discutir, pero me contuve. Por más preocupada que estuviera por mi sobrina, tenía que respetar la autoridad de su mamá.

El amor de Dios nunca se agota

Cuando su padre, enfermo y anciano, se mudó a vivir con ella, Josie se sintió abrumada por las necesidades diarias para cuidarlo. Los medicamentos eran caros, y las tareas de atenderlo y ser sabia para tomar decisiones, aparte de su otro trabajo «a tiempo completo», la estaban agotando. Se preguntó cómo podría seguir reuniendo y repartiendo fuerzas, sabiduría y amor.

El amor de Dios nunca se agota

Cuando su padre, enfermo y anciano, se mudó a vivir con ella, Josie se sintió abrumada por las necesidades diarias para cuidarlo. Los medicamentos eran caros, y las tareas de atenderlo y ser sabia para tomar decisiones, aparte de su otro trabajo «a tiempo completo», la estaban agotando. Se preguntó cómo podría seguir reuniendo y repartiendo fuerzas, sabiduría y amor.

No murmurar contra Dios

Como respuesta a la oración, unos fondos inesperados del seguro de Alex ya habían pagado su tratamiento dental. Ahora era necesario otro tratamiento. ¿De dónde sacaré el dinero?, murmuró Alex, preocupado.

Seguir los planes de Dios

La ansiedad me impedía concentrarme en un proyecto de trabajo; tenía miedo de que mis planes no tuvieran éxito. Mi ansiedad provenía del orgullo. Creía que mi cronograma y procedimientos eran mejores, por eso quería que avanzaran sin obstáculos. Sin embargo, se me cruzó una pregunta: ¿Son tus planes los planes de Dios?

Encontrar amor en Dios

Cuando era niño y le preguntaban: «¿Qué quieres ser cuando seas grande?», Ben decía: «Quiero ser como David». Su hermano era deportista, sociable y muy buen alumno. Por el contrario, Ben dice: «Yo era malo para los deportes, tímido y con problemas de aprendizaje. Siempre quería tener una relación cercana con David, pero él no. Me llamaba “el aburrido”».

Las promesas de Dios

Fue doloroso ver que mi papá perdía la memoria. La demencia es cruel; quita la memoria de las personas hasta que no recuerdan nada de lo que vivieron. Una noche, tuve un sueño que Dios usó para alentarme. Él tenía un pequeño cofre en sus manos, y me dijo: «Todos los recuerdos de tu papá están guardados aquí. Mientras tanto, los cuidaré. Y luego, un día, en el cielo, se los devolveré».

Miedo a lo desconocido

El primer día del año, el miedo me despertó a las tres de la mañana. La enorme carga que traería el año me abrumaba. Enfermedades en la familia me habían preocupado desde hacía tiempo, y ahora, el futuro me atemorizaba. ¿Ocurrirán más cosas malas?, pensaba.

Dios me conoce

Cuando mi hermana encontró un libro de cuentos de nuestra infancia, mi mamá, que ahora tiene más de 70 años, estaba gozosa. Recordó todos los detalles divertidos de un oso que robaba miel y lo perseguía un enjambre de abejas enojadas. También la risa de mi hermana y mía cuando anticipábamos la huida del oso. «Gracias por contarnos cuentos cuando éramos niñas», le dije a mi mamá. Ella conoce toda mi historia, incluso cómo era de niña. Ahora, que soy adulta, sigue conociéndome y entendiéndome.